Uno suele volver a donde fue feliz… O, al menos, intento convencerme de ello

No pensé que llegaría el día en que volvería a escribir en mi blog.

There, lo dije, y es que afirmar que «han pasado muchas cosas desde la última vez que reseñé algo por aquí» es quedarme demasiado corta para intentar poner en palabras siquiera lo que ha sido este año y medio casi de silencio, un silencio entendido como la ausencia de publicaciones, no necesariamente como la ausencia de ideas, lecturas o emociones.

La Cindy que hizo ese último post en agosto de 2022 es casi que irreconocible si la comparamos con la Cindy que escribe esto hecha bolita un domingo en la mañana, con 5SOS a todo volumen en el computador y un nudo en el pecho y la garganta que se instaló desde octubre de 2022, y que unos días más que otros me ha ahogado y derrumbado, pero por alguna razón sigo aquí, sólo que a veces no sé muy bien el porqué o el para qué.

Tal vez escribir sea un buen comienzo para dejar ir esas respuestas que sé que no llegarán.

Pero sí, lo cierto es que no me reconozco en esa Cindy enamorada, optimista y alegre que les hablaba de sus viajes, de sus conciertos, sus musicales y sus experiencias en Los Ángeles, en Comic Con o en California, es como revisitar recuerdos de una vida que ya ni sé si viví realmente, porque se siente tan ajena, tan lejana a mi realidad actual, que a veces me pregunto si realmente pasó, si realmente hubo un momento en que lo tuve todo relativamente claro y al alcance de mis manos…

Not anymore, I guess.

No quiero entrar en los detalles sucios del asunto, Dios sabe que mi psicóloga, mi psiquiatra y mi red de apoyo ya se han encargado de ello en incontables veces, pero como parte de todo este proceso he intentado reconectar con esos espacios, esas historias que estaban ahí antes de ese Armagedon que colapsó mi mundo y destruyó básicamente todo.

Entré a Star + y allí estaba, al inicio de mi página de favoritos, una serie de nueve temporadas y 208 episodios lista como siempre para abrazarme, consolarme y hacerme reír cuando no pensaba que podría sonreír siquiera, como diciéndome «No pasa nada, aquí estamos y sabemos cómo te sientes».

Por nosécuánta vez en mi vida, empecé a ver How I Met Your Mother, y con ello regresó mi chispa de escribir por aquí.

Precisamente, un libro que resuena bastante con lo que esta serie representa para mí, y que aproveché para leer antes de reiniciar mi maratón de la serie, es How I Met Your Mother de Nicolás Rocha, editado por Rey Naranjo y que hace parte de una curiosa colección de mini-libros sobre distintas series y el impacto que han tenido en sus respectivos autores.

Sin muchas expectativas, pues creía sabérmelas todas respecto a la serie, y con un sincero afán de lograr terminarlo antes de que acabara el 2023, empecé a leer este librito al terminar mis jornadas laborales, algo que sólo quienes trabajan en el mundo editorial entenderán por el cansancio que implica el que lo que haces para vivir sea lo mismo que tu hobby (leer), de modo que cada noche mis ojos no paraban de decirme «¡MARICA, YAAAAAA!», y no los culpo tampoco, pero la ventaja es que los capítulos del libro eran más bien cortos, así que poco a poco pude adentrarme en esta nueva mirada sobre mis viejos amigos Ted, Robin, Lily, Marshall y Barney.

Ver HIMYM en tus 30 te patea de modo distinto, pues por fin tienes la misma edad de los protagonistas, y más que caer en las comparaciones, es un gran consuelo poder identificarte con las luchas y complejidades de los personajes pues por fin las estás experimentando en carne propia y ya no las ves como simples recursos cómicos-trágicos de los guionistas, y eso es algo que tanto Nicolás (el autor del libro, perdonarán ahí la confianza) como yo pudimos apreciar.

A lo largo de los capítulos del libro, el autor nos habla de lo bien lograda que es la serie desde aspectos tan curiosos como los distintos objetos que llevan consigo sus propias narrativas (el corno francés, la piña, la sombrilla amarilla), hasta la sutil pero impactante elección en la paleta de colores amarillo y morado para distintos momentos clave de la serie (sin duda mi capítulo favorito del libro, pues este aspecto no lo había considerado en absoluto y fue un momento mind blowing como pocos, que me ha hecho ver la serie con nuevos ojos), y si bien en ocasiones Nicolás se extiende un poco en su historia personal, y pareciera sacar a flote su lado Mosby-esco más bohemio y monologuero para distanciarse un poco de la serie en sí, y dar cabida a su propia historia de desamor, entiendo su intención de mostrar el modo en que todos hemos sido Ted alguna vez, enamorados del amor, de encontrar a «The One» y de no siempre enfocarnos en el día a día de ese proceso por tener la mirada fija en el fin supremo, ese «Felices para siempre» que es tan distinto para cada personaje, y por ende para cada uno de nosotros.

Más que decirnos si HIMYM es la mejor serie del mundo o no (algo que ni yo misma me encuentro en condiciones de afirmar), creo que este es un libro que celebra esa sensación de compañía y empatía que nos brindan esos personajes que, a veces sin querer, terminan por meterse en nuestras vidas y acompañarnos a enfrentarlas:

Amo las verdades directas y certeras de Lily.

La masculinidad empática y vulnerable de Marshall.

La eterna esperanza de Ted que el amor sí existe.

La autenticidad e independencia de Robin.

La lealtad a sus amigos de Barney.

La dulzura y resiliencia de Tracy.

Así que gracias, Nicolás, por darle voz al sentir de muchos de nosotros, por animarte a plasmar en un libro esa emoción que nos ha acompañado tantos años, en cada repetición, y por recordarme que nada en una gran serie sucede por casualidad o por azar, y creo que eso aplica para el momento de mi vida en que decidí leer este libro, que me vino como anillo al dedo en un momento en que

sólo.

necesito.

volver.

a creer.

en algo.

Así sea en los finales felices de otros.

Sin temor a equivocarme, puedo afirmar que How I Met Your Mother ha sido un bálsamo y un salvavidas en medio de estos días-meses-año tan difíciles, y en verdad deseo que, ya sea con esta serie o con otra, todos podamos contar con un refugio seguro al que podamos volver en momentos difíciles, y que cada carcajada, cada momento memorable, o incluso cada nuevo hallazgo, nos recuerden que no estamos solos, y que así sea desde la ficción, tal vez todo no sea tan denso como creemos.

No sé qué le depare a mi blog este nuevo año, créanme que nunca imaginé que pasaría por un proceso tan desgarrador y que pasaría tanto tiempo sin ser capaz de entrar a WordPress siquiera, pero como bien les decía al comienzo de este post, supongo que al final poco a poco volvemos a esos lugares, historias y personajes que nos hicieron felices, y este blog sí que me ha hecho feliz, así que quién sabe, tal vez ya nadie se acuerde de él y haya pasado mi mañana de domingo en vano, o tal vez alguien le encuentre sentido, y si ese es el caso, por favor no duden en hacérmelo saber, gritar en el vacío es ensordecedor y a veces siento que ya no tengo voz…

Si no le gusta, no lea, y si le gusta, ¡comparta!

2 comentarios en “Uno suele volver a donde fue feliz… O, al menos, intento convencerme de ello

  1. Diana L Sepúlveda R dijo:

    ¡Bienvenida! No he visto HIMYM pero es una de las series favoritas de mi hermano.
    Creo que si ha logrado permanecer en el top de mucha gente por tanto tiempo, es que debe ser muy buena y me alegra que te de comfort cuando lo necesitas.
    No me comprometo a verla porque ajá, 9 temporadas 😅😅😅

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